En Huete, allá por los años cuarenta también se
jugaba al fútbol en el célebre campo llamado “El Gachillas”, denominado así por
su tierra arcillosa y colorada que, cuando llovía, formaba un barro parecido a
las gachas, que era un comida muy frecuente entonces en todas las casas.
Estaba ubicado en un erial entre la vía del
Ferrocarril, en dirección a Cuenca, y la carretera de Verdelpino. Exactamente
el campo se delimitaba desde debajo de la farola situada en la vía del
Ferrocarril, que servía para parar al tren antes de llegar a la estación cuando
ésta estaba ocupada, hasta la mencionada
carretera de Verdelpino.
Allí se practicaba el fútbol normalmente cuando se
cerraban los comercios; entonces se reunían los dependientes, muy numerosos en
aquel entonces, y otra serie de jóvenes para jugar y entretenerse.
Para hacer los equipos se echaba a pies, que
consistía en ponerse dos personas, una frente a otra a un metro y medio, y
avanzar poniendo un pie delante de otro hasta que se juntaban. Al que le tocaba
cruzar el pie entre los dos ese empezaba a elegir compañeros para hacer el
equipo. En función de los que estaban se repartían a la mitad, lo mismo se
jugaba ocho contra ocho que diez contra diez.
Cuando terminaba el partido o se hacía un descanso,
para refrescarnos nos acercábamos a una fuente o nacimiento llamada “del
Piejo”, situada a unos cien metros del campo, nada más cruzar el río Borbotón,
a la derecha de la carretera. Este nacimiento tenía una poza, allí nos
lavábamos y nos refrescábamos, esa era la ducha de entonces.
También enfrente del campo, cruzando la carretera
junto al río Borbotón, está la
Huerta del Verdejo, donde había un moral y un peral, donde se
sembraban pepinos y tomates. Si el dueño estaba nos dejaba coger, si no se los
tomábamos prestados para reponer fuerzas.
Había
competiciones entre distintos pueblos de la comarca, la mayor rivalidad estaba
con Carrascosa del Campo.
Uno
de los primeros equipos estaba formado por:
Porteros:
Tacolo y Emeterio. Jugadores
de campo: Angel (Churruca), Felix y Antonio (Calzillas), José Salmerón, Joaquín
Delgado, Gonzalo Navarro (El maño), Rafael Crespo (El flecha), José Crespo,
Antonio (Pin), Juan José (Fotógrafo), Antonio y Juanito Gómez, Garde.
También se jugaba en los barrios; en el de San Gil se
jugaba al fútbol en la era de D. Mariano Covisa, donde está hoy el almacén de
Butano. El equipo se formaba con los Corpas, Carrascos, Iglesias, Quinteros,
Castos, Biches, Chileras, Langeños, entre otros. Para bolear también se iba al
camino de Vellisca.
En Atienza se jugaba al fútbol en la era de D. José
Vicente, el muletero, frente a la fábrica de harina de Degando. El equipo en
este caso lo formaban los Reneses, Aceites, Capullos, Serios, Aranas,
Caracoles, Cheles, Lillos, Sacarrunes, Cordeleros, etc.
Jugábamos los dependientes contra los independientes.
Los independientes eran de los dos barrios, y los dependientes, como es
natural, de todos los comercios y negocios que había en Huete. Teníamos entre
los 14 a
17 años. Por nombrar algunos, Domingo, Ramiro, Germán, Juanito, Paco, Agustín,
Jesús, Florentino, Pedro, etc…
Era raro el día que no llovía, entonces se armaba un
barrillo de aúpa. El calzado de muchos eran alpargatas con suela de goma, alguno
con un buen agujero en la suela, por lo
que era fácil escurrirse y darse un buen porrazo cuando caías a la cuneta.
Luego nadie te conocía por el fango que llevabas, más el dolor que iba por
dentro. También
se jugaba a los bolos en la era de la Compañía, donde
actualmente está el cuartel y para bolear se iba al camino de la Fuente Dulce.
Podíamos estar contando cosas todo el día, sólo lo haremos
de dos anécdotas. La primera sucedió en
un día que tuvimos que ir a jugar un partido a Vellisca, por cierto
que ganamos 5 a
1; pero lo gracioso fue que, cuando bajamos del tren en la estación, yendo todos cogidos con el brazo por encima tapando toda
la carretera, no nos dimos cuenta que venía un caballo desbocado con su jinete
encima. Nos partió en dos un grupo, uno por la izquierda y otro por la derecha,
con la mala fortuna que a Juanito “churripampla” lo pisó el caballo rompiéndole
el traje por la manga, menos mal que era el único que llevaba traje.
La segunda sucedió cuando fuimos a jugar a Cuenca con
los juveniles. Nosotros éramos mayores,
pero nos dieron una soberana paliza 5
a 0, una manita como ahora se dice. Estábamos
acostumbrados a jugar en campo pequeño y la Fuensanta se nos hizo un
calvario, no llegamos a puerta.
No les contamos más anécdotas porque les cansaríamos,
nos es grato recordar algunas cosas de nuestra niñez.
Agustín Iglesias y Pascual Martínez- VolOptenses
Buen trabajo y muchas gracias por dar a conocer, especialmente a los más jóvenes, historias como éstas. Saludos.
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