miércoles, 13 de marzo de 2013

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER -2013




Día 8 de Marzo: El Centro de Mayores  colabora con el Centro de la Mujer. 

Nuestras compañeras de VolOptenses, Rosario Ruiz y Amparo Martínez, participaron activamente en el acto organizado, al que asistieron mujeres de otros colectivos y del Centro de Mayores.
Comenzó el acto con las siguientes  intervenciones: Gloria Serrano,  concejala de Sanidad, Servicios Sociales y Mujer hizo la introducción a la historia y  significado de la celebración. Los  profesionales del Centro de la Mujer presentaron su blog. Rubén Elvira, de la agrupación de Voluntarios de Protección Civil, dio una conferencia sobre primeros auxilios.
            Llegó la hora de nuestras compañeras: Amparo nos leyó el siguiente texto, alusivo al contenido de la representación teatral que veríamos a continuación.


 

Reseña histórica


En el siglo XX el sector terciario empleó un gran número  de mujeres, creciente a lo largo de los siglos XIX y XX, en las actividades de comercio y sobre todo en el servicio doméstico. Las dependientas de comercio eran habitualmente mujeres solteras o viudas que soportaban largas jornadas de trabajo, estando controladas por los dependientes masculinos, que además recibían una remuneración muy superior a aquéllas.

La progresión cuantitativa más sorprendente se dio en el servicio doméstico. Ya en 1860 se calcula que una de cada 19 mujeres españolas era criada, y en los inicios del siglo XX estas mujeres habían superado en número a las campesinas. El servicio doméstico se convirtió en una válvula de escape para la inmigración femenina que llegaba a las ciudades, pero también recogía a aquellas mujeres que no encontraban trabajo en otras ocupaciones. La falta de legislación en este terreno permitió que el servicio doméstico contase con las condiciones de trabajo más miserables, que contrastaba con una cada vez mayor exigencia a las mujeres contratadas. En la prensa madrileña, hacia 1875, se piden los servicios de una mujer, por cuatro reales diarios, con las siguientes exigencias: que sepa leer y escribir, planchar y gobernar bien una casa, conversación amable y discreta, muy casera, curiosa, laboriosa, virtuosa, buena figura, buena salud, sin novio y que no pase de treinta y tres años. Las criadas se limitarán a recibir ropa usada, comida y cama como pago por sus servicios, y sólo acostumbraban a recibir salarios las sirvientas especializadas de las clases media y alta.

En 1950 el servicio doméstico sigue ocupando a muchas mujeres: más de medio millón. Las condiciones de trabajo a cambio de comida, cama y bajo sueldo sólo cambiarán cuando en las ciudades el trabajo permita empleos alternativos, es decir, a finales de los años sesenta. Habrá entonces una progresiva incorporación a los trabajos de oficina que ocupará a mujeres instruidas en labores que no requerían autoridad ni responsabilidad y que estaban mal remunerados.

Las mujeres dedicadas a servir, aspiran a trabajar para las familias ricas de la capital, con esto consiguen una mejora tanto laboral como social, porque pueden pasar de criadas a cocineras y otros cargos de mayor confianza. A veces trabajan solo a tiempo parcial, pero otras lo hacen a tiempo completo y viven con la familia. En este caso su faena dura todo el día, desde antes que se levanten los señores de la casa, hasta después que se acuesten, de manera que el lazo entre criados y familia sea tan fuerte, que convivan hasta la muerte.

Por eso Chari, nuestra cocinera de hoy, con este texto escrito en 1919 en la revista Blanco y Negro del periódico ABC, puede considerarse una revolucionaria por sus exigencias, que al final abandona vencida por la realidad.


















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