UNA FÁBRICA DE GASEOSAS EN HUETE
En 1941 se funda la “Fábrica de Gaseosas Martínez”, que instala su primera máquina en la calle Mayor nº 5 de Huete. Una empresa desde sus orígenes totalmente familiar, en la que mi padre, Pedro Martínez, no conformándose con su salario en la fábrica de Harinas de Manuel Degando y ayudado por un amigo de Vellisca decide emprender este nuevo oficio.
La fabricación comenzaba en la saturadora donde el agua y el gas carbónico se juntaban, la maquinaria era sencilla y todo se hacía de forma manual puesto que teníamos que darle a una rueda para que moviese la bomba y se metiese así el agua y se saturase de gas carbónico (a 5 atmósferas).
A continuación, pasaba el agua con gas a la llenadora, donde se ponía en primer lugar el tapón corona (como en la actualidad las chapas de las botellas), después la botella de un tercio a la que habíamos incorporado antes el jarabe y por último se llenaba, una vez llena se apretaba y se le quedaba puesto el tapón. Después de envasada, la gaseosa estaba lista para su distribución.
También utilizábamos sifones, había una máquina especial en la que con el agua saturada a 10 atmósferas de gas carbónico se llenaban.
EL JARABE
Para su realización se empleaba sacarina y dulcina para endulzar, ya que el azúcar escaseaba, esencia de limón, ácido tartárico y ácido cítrico. Este ácido tenía que disolverse en agua hirviendo. Se ponían las proporciones adecuadas de cada ingrediente y se echaba todo en una garrafa de arroba de cristal completando el resto de agua.
LAVADO DE BOTELLAS
Una vez que las botellas de gaseosa venían de las tabernas o comercios, lo primordial era dejarlas limpias para volverlas a llenar. Esto se hacía en dos grandes barreños de chapa, en uno de ellos se ponía agua con sosa o jabón y en el otro únicamente agua. Se metían las botellas en el primer barreño y se fregaban con unos cepillos redondos de fácil acceso a todos los recovecos de las botellas y se enjuagaban con agua limpia en el segundo barreño. Así pasaban a las cajas para ponerles el jarabe y de nuevo llenarlas.
Las botellas se ponían en cajas de 24 botellas, es decir, dos docenas, como se vendían por entonces.
LAS BOTELLAS DE UN LITRO
Éstas se empezaron a llenar por los años 60 y cambió todo el sistema de embotellado. Los ingredientes del jarabe eran los mismos pero con la proporción adecuada para el tipo de botella.
El llenado se hacía a contrapresión, un sistema más moderno que permitía llenar cuatro botellas al mismo tiempo. La saturadora ya era semiautomática pues tenía motor y no teníamos que darle a la rueda. El jarabe se ponía con una bomba manual que aspiraba de la garrafa de arroba la medida justa para cada botella.
En esta época también cambió el sistema de lavado, y se empleaba una máquina lavadora con agua a presión. Se componía de dos depósitos, uno de agua con sosa cáustica y otro con agua limpia. Las botellas iban pasando intermitentemente y al igual que en el proceso manual primero pasaba por el depósito de sosa en el que una bomba a presión cogía el agua y les inyectaba por dentro y por fuera. Seguidamente pasaban por el depósito de agua limpia y una bomba les inyectaba esta agua de la misma manera. Al final del proceso pasaban a través de una pantalla iluminada y unos chorros de agua las terminaban de aclarar. Por último se ponían en cajas para ponerles el jarabe.
La normativa para botellas de un litro y de un tercio exigía que todos los fabricantes grabasen en éstas su nombre y marca. Nosotros escogimos la “Torre del Reloj” como distintivo de la fábrica, serigrafiada en blanco en todas las botellas. También se renovó la forma de taparlas cambiándola por un tapón de porcelana con una goma que ajustaba en la boca de la botella y un sistema de llave en alambre acerado que permitía cerrar herméticamente.
En aquellos años también hubo otras fábricas de gaseosas en Huete, como la de Mariano Grande, Félix Bermejo y Vicente Díaz. Antes de la guerra civil existieron otras, sus propietarios eran Juan Francisco De La Cruz, Tomás Leis y Adolfo Millán.
LA DISTRIBUCIÓN
En los primeros años, los clientes venían a recoger las gaseosas a la fábrica porque los medios eran escasos. El transporte que utilizaban eran borricas, carros y galeras. Los que venían en borrica traían las botellas sueltas en el serón, unas ocho docenas (4 cajas). Llegaban desde Mazarulleque, La Peraleja, Villanueva de Guadamejud, Valdemoro del Rey, Portalrubio, Moncalvillo, Saceda Del Rio...etc.
A Huelves, Paredes, Vellisca, Caracenilla, Bonilla, Castillejo del Romeral y Cuevas de Velasco se mandaban en el tren, con un carro llevábamos las cajas de dos docenas a la estación y les poníamos unas etiquetas con el nombre del destinatario.
En los años 60, cuando cambió el tipo de botellas y empezaron las de un litro y un tercio con tapón de porcelana, cambió también el sistema de distribución. Otros fabricantes empezaron a servirlas con vehículos propios y una vez más nuestra fábrica tuvo que ponerse a la altura de la competencia. El primer vehículo que utilizamos fue una camioneta “Ford 4” (de “pedales”) y más adelante cambiamos por un camión “Avia” de 2.500kg de carga en el cual podíamos transportar mas de 100 cajas de un litro o de un tercio.
Hacíamos varios recorridos, por ejemplo, si el lunes íbamos a unos pueblos el martes lo empleábamos para lavar y llenar las botellas vacías que habíamos traído el día anterior. El miércoles otro recorrido y así sucesivamente.
En Huete se servían cualquier día y también a casas particulares, para ello utilizábamos un carrillo o carretilla. Por el precio de 2,50 ptas se les llevaba una caja de 10 botellas de un litro y por 3 ptas la caja de 24 botellas de un tercio.
Con la llegada de “La Casera”, “Revoltosa”, “Coca-Cola”, “Pepsi” y otras marcas, la fabricación en estas pequeñas empresas fue disminuyendo y fueron absorbidas a su vez por estas grandes.
Pascual Martínez Martínez. VolOptenses
Septiembre - 2004
En 1941 se funda la “Fábrica de Gaseosas Martínez”, que instala su primera máquina en la calle Mayor nº 5 de Huete. Una empresa desde sus orígenes totalmente familiar, en la que mi padre, Pedro Martínez, no conformándose con su salario en la fábrica de Harinas de Manuel Degando y ayudado por un amigo de Vellisca decide emprender este nuevo oficio.
La fabricación comenzaba en la saturadora donde el agua y el gas carbónico se juntaban, la maquinaria era sencilla y todo se hacía de forma manual puesto que teníamos que darle a una rueda para que moviese la bomba y se metiese así el agua y se saturase de gas carbónico (a 5 atmósferas).
A continuación, pasaba el agua con gas a la llenadora, donde se ponía en primer lugar el tapón corona (como en la actualidad las chapas de las botellas), después la botella de un tercio a la que habíamos incorporado antes el jarabe y por último se llenaba, una vez llena se apretaba y se le quedaba puesto el tapón. Después de envasada, la gaseosa estaba lista para su distribución.
También utilizábamos sifones, había una máquina especial en la que con el agua saturada a 10 atmósferas de gas carbónico se llenaban.
EL JARABE
Para su realización se empleaba sacarina y dulcina para endulzar, ya que el azúcar escaseaba, esencia de limón, ácido tartárico y ácido cítrico. Este ácido tenía que disolverse en agua hirviendo. Se ponían las proporciones adecuadas de cada ingrediente y se echaba todo en una garrafa de arroba de cristal completando el resto de agua.
LAVADO DE BOTELLAS
Una vez que las botellas de gaseosa venían de las tabernas o comercios, lo primordial era dejarlas limpias para volverlas a llenar. Esto se hacía en dos grandes barreños de chapa, en uno de ellos se ponía agua con sosa o jabón y en el otro únicamente agua. Se metían las botellas en el primer barreño y se fregaban con unos cepillos redondos de fácil acceso a todos los recovecos de las botellas y se enjuagaban con agua limpia en el segundo barreño. Así pasaban a las cajas para ponerles el jarabe y de nuevo llenarlas.
Las botellas se ponían en cajas de 24 botellas, es decir, dos docenas, como se vendían por entonces.
LAS BOTELLAS DE UN LITRO
Éstas se empezaron a llenar por los años 60 y cambió todo el sistema de embotellado. Los ingredientes del jarabe eran los mismos pero con la proporción adecuada para el tipo de botella.
El llenado se hacía a contrapresión, un sistema más moderno que permitía llenar cuatro botellas al mismo tiempo. La saturadora ya era semiautomática pues tenía motor y no teníamos que darle a la rueda. El jarabe se ponía con una bomba manual que aspiraba de la garrafa de arroba la medida justa para cada botella.
En esta época también cambió el sistema de lavado, y se empleaba una máquina lavadora con agua a presión. Se componía de dos depósitos, uno de agua con sosa cáustica y otro con agua limpia. Las botellas iban pasando intermitentemente y al igual que en el proceso manual primero pasaba por el depósito de sosa en el que una bomba a presión cogía el agua y les inyectaba por dentro y por fuera. Seguidamente pasaban por el depósito de agua limpia y una bomba les inyectaba esta agua de la misma manera. Al final del proceso pasaban a través de una pantalla iluminada y unos chorros de agua las terminaban de aclarar. Por último se ponían en cajas para ponerles el jarabe.
La normativa para botellas de un litro y de un tercio exigía que todos los fabricantes grabasen en éstas su nombre y marca. Nosotros escogimos la “Torre del Reloj” como distintivo de la fábrica, serigrafiada en blanco en todas las botellas. También se renovó la forma de taparlas cambiándola por un tapón de porcelana con una goma que ajustaba en la boca de la botella y un sistema de llave en alambre acerado que permitía cerrar herméticamente.
En aquellos años también hubo otras fábricas de gaseosas en Huete, como la de Mariano Grande, Félix Bermejo y Vicente Díaz. Antes de la guerra civil existieron otras, sus propietarios eran Juan Francisco De La Cruz, Tomás Leis y Adolfo Millán.
LA DISTRIBUCIÓN
En los primeros años, los clientes venían a recoger las gaseosas a la fábrica porque los medios eran escasos. El transporte que utilizaban eran borricas, carros y galeras. Los que venían en borrica traían las botellas sueltas en el serón, unas ocho docenas (4 cajas). Llegaban desde Mazarulleque, La Peraleja, Villanueva de Guadamejud, Valdemoro del Rey, Portalrubio, Moncalvillo, Saceda Del Rio...etc.
A Huelves, Paredes, Vellisca, Caracenilla, Bonilla, Castillejo del Romeral y Cuevas de Velasco se mandaban en el tren, con un carro llevábamos las cajas de dos docenas a la estación y les poníamos unas etiquetas con el nombre del destinatario.
En los años 60, cuando cambió el tipo de botellas y empezaron las de un litro y un tercio con tapón de porcelana, cambió también el sistema de distribución. Otros fabricantes empezaron a servirlas con vehículos propios y una vez más nuestra fábrica tuvo que ponerse a la altura de la competencia. El primer vehículo que utilizamos fue una camioneta “Ford 4” (de “pedales”) y más adelante cambiamos por un camión “Avia” de 2.500kg de carga en el cual podíamos transportar mas de 100 cajas de un litro o de un tercio.
Hacíamos varios recorridos, por ejemplo, si el lunes íbamos a unos pueblos el martes lo empleábamos para lavar y llenar las botellas vacías que habíamos traído el día anterior. El miércoles otro recorrido y así sucesivamente.
En Huete se servían cualquier día y también a casas particulares, para ello utilizábamos un carrillo o carretilla. Por el precio de 2,50 ptas se les llevaba una caja de 10 botellas de un litro y por 3 ptas la caja de 24 botellas de un tercio.
Con la llegada de “La Casera”, “Revoltosa”, “Coca-Cola”, “Pepsi” y otras marcas, la fabricación en estas pequeñas empresas fue disminuyendo y fueron absorbidas a su vez por estas grandes.
Pascual Martínez Martínez. VolOptenses
Septiembre - 2004